Giovanni Francesco Bernardone, nació en Asís, en el año 1181, en el seno de una acaudalada familia. Durante su juventud Francisco llevo una vida mundana y despreocupada. Entre una batalla entre Asís y Perugia estuvo encarcelado un año. Mientras estuvo prisionero sufrió una grave enfermedad durante la cual decidió cambiar su forma de vida.

A su regreso a Asís en 1205 ejerció la caridad entre los leprosos  y comenzó a trabajar en la restauración de ruinas de iglesias en respuesta a una visión en la que el crucifijo de la Iglesia en ruinas de San Damián en Asís, le ordenaba que reparara su casa.

Se despojo de todas las riquezas materiales y vivió en la más profunda de la pobreza, con alegría se dedicó a servir  no solo a sus semejantes, sino también 

a todos los seres vivos, a todos los animales, a los que consideraba hijos de Dios, les llamaba hermanos, se dirigía a ellos y se cuenta del poder de este Santo para ser escuchado y obedecidos por ellos, sus hermanos menores.

En septiembre de 1224, tras cuarenta días de ayuno, Francisco estaba rezando en el Monte Alberno, cuando sintió un fuerte dolor, eran las marcas de la crucifixión de Cristo, los estigmas habían aparecido en su cuerpo.

Los últimos años de su vida estuvo marcado por el dolor y la ceguera. Sus sufrimientos no hicieron disminuir su amor a Dios y a toda la creación.

Numerosos son los escritos que este Santo de Dios nos regaló, “Cántico a las criaturas”, escrito en 1225, en el que el sol y el resto de la naturaleza son alabados como hermanos y hermanas. Murió en el año 1226 a la edad de 45 años. Su legado a logrado perdurar hasta  nuestros tiempos. La gran corriente de espiritualidad iniciada por Francisco, cuenta con el mayor número de Santos.

Fue canonizado  el 16 de julio del año 1228, por el Papa Gregorio IX.  En 1980, el Papa Juan Pablo II, lo proclamó, Patrono de la Ecología.

“El hombre no vale por lo que tiene, vale por lo que es, el hombre es más grande de lo que se ve, porque su origen y su fin están en Dios.